Un central con más futuro que Wi-Fi…
En la encantadora y nunca aburrida Fábrica del Real Madrid, está Mario Rivas, el joven central de 17 años que parece tener más promesas de Raúl que un oso de peluche en una tienda de regalos. Con las lesiones sembrando el caos por todos lados, los juveniles de Valdebebas han tenido que convertirse en héroes inesperados más rápido que un microondas calienta la pizza.
Mientras otros nombres como Yáñez y Aguado brillan tanto que podrían ser confundidos con luces de Navidad, hay un tal Rivas que se esconde en el castillo del Castilla. Raúl, el técnico, es el encargado de sacar de las sombras al muchachito y no para de decir cosas bonitas de él, como si fuera el último pastelito en el escaparate de una pastelería.
“Mario es más aplicado que el mismísimo Pythagoras”, afirma Raúl, en medio de una lluvia de halagos. Y es que Rivas no solo es conocido en su casa a la hora de la merienda, sino que ya se ha ganado un lugar en el Castilla a golpe de esfuerzo y sin hacer tanto ruido como un ninja en una biblioteca.
La historia de Mario, que viene de Sevilla como las mejores sevillanas, no tiene desperdicio. Se adaptó a la vida en Madrid como si fuese un café cortado en un bar de la esquina, y su evolución en el campo ha sido tan vertiginosa que es difícil no imaginarlo jugando pronto en el Bernabéu.
Con el nuevo curso escolar, perdón, temporada futbolística en marcha, Rivas está firmemente en el radar, listo para mostrar a todos cómo se debe controlar la zaga con la misma facilidad que un camarero sirve tapas. Entre Rivas y otros prometedores centrales, el futuro del Madrid parece tan brillante que necesitarás gafas de sol solo para leer sobre ellos.
Puede que aún no haya alcanzado la fama de Super Mario en los videojuegos, pero Mario Rivas está en camino de convertirse en una lujosa adición a los carteles en los corazones de los madridistas. Ojo, que este chico viene pisando más fuerte que un elefante en una tienda de porcelana.