Ancelotti y la naranja exprimida en el Betis…
El Real Madrid salió al campo del Villamarín vistiendo de naranja, pero lo único que exprimieron fue la escasa paciencia de sus fans. Parecía que del mítico equipo holandés solo habían copiado el color, porque el espectáculo fue más aguado que el chaparrón que cayó.
Dicen las malas lenguas que Ancelotti se quedó sin zumo, pues sus jugadores mostraron cansancio y falta de chispa. Sin embargo, también se rumorea que los jugadores tenían un día de descanso mental. En fin, sin ganas, ni Mbappé, que empezó prometedor pero se desvaneció como un arcoíris en el barro. Vinicius, más desubicado que un GPS en el Triángulo de las Bermudas, no dejó de protestar, llevándose una amarilla de recuerdo. Y Rodrygo, bueno, digamos que no estaba en su mejor día.
Lo peor fue el banquillo, más desconectado que un Wi-Fi en la montaña. Camavinga y Güler parecían más perdidos que turistas sin mapa. Y lo de Alaba, pues aún no está para batallas grandes, aunque a Carlo le gusta insistir.
Ante el Atleti, el Madrid debe cambiar el chip. ¿Volverán con Valverde y Bellingham dispuestos a sacudir el polvo del escudo? Ojalá, pero sin actitud, da igual lo glamuroso del nombre.