El Bernabéu será la fiesta del 2030…
Imaginen un mundo en el que la FIFA se disfraza de Cupido y flecha directamente al Real Madrid. Eso pasó con el Mundial de Clubes, que finalmente verá la luz en 2025, tras sobrevivir a más desafíos que un caballero medieval en plena era digital. La cosa empezó en 2019, pero claro, llegó la pandemia y fue como si pusieran a un árbitro con gafas de sol en el campo: caos total. De repente, 50 millones de euros salieron volando como palomas espantadas.
¿Cuál es el héroe improvisado que aparece en este culebrón por episodios? El mismísimo Real Madrid, que se convirtió en el salvavidas, el superhéroe con el mismo atuendo blanco de siempre, llenando cada estadio como si regalara helados en verano. Sería cómico si no fuera tan impresionante. Y mientras la UEFA miraba de perfil como un personaje secundario en película de acción, la FIFA apostaba todo al blanco. Infantino, como todo buen director de orquesta, hizo sonar su batuta y cerró trato para traer a estos géneros a Estados Unidos.
Pero, ¡atención, amigos! El gran final se perfila para el Santiago Bernabéu en 2030. ¿Quién lo diría? 90 días de arduo trabajo sin saber si al final se jugaba una final o se organizaba la boda real del fútbol. Ahora, con todos los planetas alineados, el Madrid y la FIFA ya son más amigos que Ronaldo y sus peluquerías favoritas. Mientras tanto, el resto del mundo tendrá que conformarse con la amenaza de que este bromance sea más pegajoso que un balón de playa en día de viento.