Los guerreros del flanco izquierdo madridista…

Érase una vez en el Reino Blanco, donde habitan dos titanes del balón que, irónicamente, parecen actuar como prima donnas en diferente ópera. Uno es Vinicius, el brasileño que dribla hasta las sombras; el otro, Mbappé, el francés que pide pases como si fueran bocatas. Suena a la trama de una telenovela en el que el amor verdadero solo ocurre en las estadísticas del FIFA 2024.

El lío radica en que nuestro dúo dinámico, cuando pisa la misma banda, se parece más a una película de comedia que a un tándem letal. Vinicius empieza a correr en dirección a la portería como si le persiguiera un toro, mientras Mbappé frena como si hubiera visto al árbitro sacarles la amarilla. Es casi como ver a Superman y Batman discutir porque no hay traje de superhéroe de la talla correcta.

El Real Madrid tiene un problemilla, y no es de falta de talento, sino de geometría emocional. Con tres estrellas compartiendo dos bandas y un solo balón, el campo se convierte en la pista de un espectáculo circense donde los equilibristas se caen de la cuerda. Si no encuentran la forma de compartir el escenario, alguien tendrá que ir a buscar su propia estrella fugaz en otro firmamento. ¡Que empiece el casting para la próxima telenovela del fútbol!