La aventura de Xabi entre regalos y desafíos…

Cuando el Real Madrid te llama, es como si el abuelito rico de la familia te invitara a sus vacaciones de lujo. Te da todas las condiciones, y tú dices “¡Sí, abuelo!”. Porque, seamos sinceros, entrenar al Madrid es el Everest; más alto solo está el cielo donde Maradona intenta un chileno eterno. Claro que tienes que estar preparado para el sube y baja emocional. Que se lo pregunten a Lopetegui, quien después de cruzar una puerta giratoria más rápida que un regate de Vinicius, se quedó en la calle sin un mísero churro de consuelo.

Xabi Alonso, con la serenidad de un monje tibetano en plenas rebajas, ha entrado al ruedo con Mbappé, Vinicius y Bellingham como sus tres mosqueteros. Pero ¡ay, amigo! Este Mundial de Clubes no es precisamente la fiesta de bienvenida ideal. Va a sonar más como el cumpleaños de 90 de una tía que no has visto en años. Pues, encima, solo tiene siete días para enseñarles los pasos de baile a sus muchachotes antes del gran espectáculo. La única suerte es que, al menos, no tiene que cocinar el catering.

El pobre Xabi va a tener que vérselas con el reto de convertir una defensa llena de agujeros cual queso suizo en un muro sólido digno de un videojuego de Minecraft. Florentino, con su chequera como espada sagrada, le promete comprar un central y un lateral como si de una oferta pre-black friday se tratase. Así que, Xabi, ponte las botas y prepara tus discursos motivacionales que los chicos del Madrid están más cómodos que un koala en un eucalipto, ¡y quizás eres tú quién pueda despertarlos!