Un partido lleno de emociones y lecciones…

Xabi Alonso vivió lo que podría llamarse «La Odisea Madridista» ante un polvoriento campo de batalla, donde los minutos finales fueron más tensos que un gato en una piscina. Todo estaba bajo control, o eso parecía, hasta que de repente el partido se transformó en un tango de boxeadores descarriados. Aunque los madridistas habían desplegado un fútbol de salón, fue el «pam pam pam» final lo que terminó por descomponer la serenidad de Alonso, quien espera que esta avalancha de sensaciones sirva para no dejarse llevar en el futuro. Menos mal que sus compañeros lograron avanzar a la semifinal, y ahora tienen la vista puesta en un enfrentamiento con el PSG, algo así como luchar contra un dragón escupefuego que lleva su propia banda sonora.

En lugar de preocuparse por quién reemplazará a Huijsen —tal vez un ninja o un mago— Alonso está más interesado en encontrar una balsa salvavidas de dos horas de calma en este mar de agitación futbolística. El entrenador está encantado con su equipo, saliendo a escena como un director de orquesta que ajusta cada nota con precisión. Los jugadores fueron como piezas de un intrincado ajedrez, moviéndose con elegancia hasta que los finales descontrolaron la obra y la pulcritud se convirtió en un caótico pero entretenido espectáculo.

Y qué decir de los campeones de sus corazones: Fran García refulge como un astro en la constelación madridista, mientras que Gonzalo manda un guiño desde el banquillo con sus 25 goles para el Castilla, como si tuviera más piernas que un pulpo. Mbappé parece estar en su propia búsqueda épica de recuperación, cual caballero listo para volver a la batalla brillantemente armado. Todo se reorganiza para el enfrentamiento con el PSG, un duelo que promete más emociones que una montaña rusa enloquecida. ¡Abróchense los cinturones, esto será una auténtica locura!