El arte de reinventarse a lo MacGyver…
Desembarcar en un nuevo equipo suele ser como llegar a una fiesta donde ya nadie te quiere dar la bienvenida. Sin embargo, Xabi Alonso se puso el sombrero de entrenador vaquero y, al grito de ‘¡esto es un campo de batalla!’, arremangó el Real Madrid a lo MacGyver. Y como si fuera la secuela de una peli de acción, al segundo partido ya le expulsan a Asencio al octavo minuto, dejándolo en plan «aquí te las apañes».
Con el Madrid cojo y el Pachuca tirando pelotazos como quien lanza cañonazos en una feria, Xabi pensó que era el momento perfecto para actuar como entrenador del FIFA, cambiando a Tchouaméni y el resto del equipo de repente empezó a moverse como si les hubieran dado doble ración de churros con extra de adrenalina. Y aunque el Pachuca parecía estar en modo «tortugas en una carrera», la pausa de hidratación fue más bien una pausa de «polvorones en lugar de Gatorade». Al final, sin automatismos pero con mucho pundonor, el equipo se hizo con el medio campo.
Por otro lado, tenemos a Cazorla, que como si fuera un personaje de los cuentos épicos, decidió que podría haberse relajado con un cóctel en alguna playa petrolera. Pero no, se convirtió en la versión futbolística de Quijote, llevando al Oviedo a Primera con cuarenta primaveras encima. Eso sí, sin armaduras, solo con su corazón y unas botas. Que le levanten estatuas en cada campo, por favor, para que la gente le pueda arrojar flores, o bocadillos de calamares, en su próxima temporada.